Labores culturales: estrategias para ahorrar e incrementar la producción

espués de la intensidad de la cosecha, mayo y junio ofrecen un cierto remanso a los productores frutihortícolas. Sin embargo, en cuanto se caen las hojas se puede empezar con la poda y es el momento propicio para aplicar herbicidas para las malezas anuales.

También, para realizar el lavado del suelo. En cambio, desaconsejan el uso de insecticidas. Especialistas brindan algunos consejos para las labores de invierno.

Alejandro García, jefe de la Agencia de Extensión de Rivadavia, que depende del INTA Junín, explicó que a fines de mayo y principios de junio se empieza con las labores de invierno y que la principal es la poda. De hecho, es la actividad que se lleva toda la atención en esta época, aunque también hay otras que conviene realizar en la época invernal porque los cultivos se encuentran en reposo.

Una de ellas es el lavado del suelo para disminuir la presencia de sales. García detalló que hay suelos que de por sí tienen mayor contenido y que hay otros en el que el agua aporta –sobre todo si proviene de un pozo- una buena parte. Durante los meses de frío es el momento oportuno para lavar estos minerales. Quienes tienen perforaciones para el riego pueden hacerlo ahora, mientras que, los que dependen de un turno de agua deberán esperar a recibirla, ya que por estos días se realiza la corta anual.

Las jornadas frías son las más convenientes para la tarea, porque no hay actividad en las raíces y no se corre el riesgo de asfixiarlas con un exceso de riego. De todos modos, el especialista del INTA subrayó que lo mejor es buscar asesoramiento técnico, ya que cada suelo tiene su particularidad –composición, pendientes- y el manejo también depende del sistema de riego y del tipo de cultivo. Es decir, que no existe una receta única para todos.

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García agregó que se debe tener cuidado porque la sal en la tierra va haciendo que la planta pierda su rendimiento y que un buen manejo del riego durante el ciclo productivo puede evitar tener que hacer un lavado más intenso en esta época. La consulta a un ingeniero o técnico agrónomo, planteó, no debe ser vista como un gasto, sino como una inversión para obtener mayor rentabilidad en el futuro, ya que es un costo que permite reducir los restantes.

Es que el valor de los insumos de la producción es cada vez más elevado y el precio de producto más bajo, por lo que el margen es muy ajustado y cualquier error en el manejo puede implicar una pérdida de dinero y que la ganancia se reduzca aún más.

En este momento, las oficinas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria están trabajando de modo virtual. De hecho, existe una aplicación para celular con sistema Android que los productores pueden descargar para hacer consultas e incluso subir fotos para complementarlas. La inquietud llega a la sede más cercana a la finca y la respuesta puede llegar por mensaje o por videollamada, y de ser necesario, con todos los cuidados requeridos, un técnico puede ir personalmente a la propiedad.

Desmalezar y planificar

Alfredo Draque, coordinador de Campo y Parcelas Experimentales de la Facultad de Ciencias Agrarias (UNCuyo), señaló que este momento de poscosecha es el más adecuado para aplicar una dosis de algún herbicida de amplio espectro o específico para las malezas perennes, como la cañota, clavel amarillo, chipica, tamascal. Es que si bien estas plantas resultan muy difíciles de controlar durante el resto del año, en este período la aplicación es mucho más efectiva y se notan los beneficios en la primavera.
En estos días, antes de tener que concentrarse en la poda, quienes tienen viñedos suelen bajar mugrones. Es decir, entierran en un sector contiguo a la planta –donde no haya otra y debería haber- una parte de un sarmiento largo y dejan el extremo fuera de la tierra. En dos años, cuando ya generó raíces, se corta la conexión con la original y se obtiene una nueva.

En el caso de quienes tienen frutales, como en algunas zonas las temperaturas ya han caído bajo cero, los árboles han terminado de deshojarse, por lo que se puede empezar con los trabajos de poda, sobre todo con las variedades más tempranas. Con los manzanos y perales, planteó Draque, se suele esperar un poco más. Y quienes se dedican a cultivos hortícolas de invierno, como ajo y cebolla, sólo deben asegurarse de que durante los próximos meses no les falte el agua.

De ahí que sea una etapa más tranquila, ideal para darles vacaciones a los trabajadores y planificar las tareas a futuro, antes de que julio obligue a retomar con fuerza la poda, fertilización y otras labores. Ahora se puede aprovechar para romper las capas compactadas de los suelos arcillosos -la tarea no suele ser necesaria en los más arenosos- y permitir que el agua infiltre mejor. Como el tractor rompe algunas raíces al quebrar la tierra, lo recomendable es pasar hilera por medio y alternar al año siguiente, para que las plantas no se vean tan afectadas. El ingeniero agrónomo también señaló que ha observado que varios productores están aplicando insecticidas para cualquier patógeno en forma preventiva. Sobre esto, explicó que en la época de frío, las plagas se retraen y se resguardan en lugares a los que no llegan las aplicaciones. Por otra parte, los productos suelen ser sistémicos, por lo que circulan dentro de la planta, algo que no ocurre en esta época, porque casi no tienen hojas.

Los pesticidas que usan suelen ser, órganos fosforados, por lo que resultan sumamente tóxicos para la salud del consumidor (con efectos a largo plazo). Y si bien se controla la presencia de residuos en la uva que entra en las bodegas, por ejemplo, no ocurre lo mismo con las frutas que se consumen en fresco.

Por otra parte, Draque planteó que se debe tener en cuenta el concepto de daño económico. Esto es, si la plaga afecta menos del 5% del cultivo, aplicar un pesticida va a destruir la mitad de los enemigos naturales de esta, por lo que es muy probable que en los años siguientes se tenga que seguir aplicando, ya que se genera un desequilibrio en el ecosistema. Aplicar un producto ahora, lanzó, es simplemente contaminar, con la excepción de casos puntuales y con el asesoramiento de profesionales.

Para la vid

Fabián Ruggeri, ingeniero agrónomo integrante de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas), coincidió en que las heladas ya han hecho su efecto en ciertas localidades y hay viñedos que están en condiciones de empezar a podarse. En cambio, en aquellos lugares en los que no se han caído todavía todas las hojas, es preferible esperar un poco más, porque todavía hay movimiento de savia. Y también indicó que es el momento de aplicar algún herbicida, antes de que bajen más las temperaturas, para asegurarse de matar los yuyos de invierno y pasar los próximos meses sin grandes complicaciones.

Al momento de comenzar la poda, detalló Ruggeri, lo recomendable es ver cómo ha reaccionado la planta el año anterior. Si brotó con mucho vigor, se pueden dejar más cargadores, pero resaltó que no deben ser muy largos, sino de 6 o 7 yemas. En este sentido, indicó que hay un concepto erróneo de dejar más largo el cargador, cuando lo que hay que asegurarse es que sean de una extensión acotada y definir la cantidad.

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El ingeniero también aconsejó tener en cuenta si se va a poder colocar abono y guano, y cuál va a ser la disponibilidad de agua y en función de eso planificar la poda. Si el productor sabe que no va a poder invertir mucho en fertilizantes, lo ideal es reducir un poco el número de yemas, para que con el vigor natural provisto por las reservas de la planta, puedan crecer. En cambio, si va a poder suplementar, se pueden incrementar la cantidad de yemas. Y lo mismo ocurre con el riego.

Ruggeri destacó que en el momento de la poda se define la producción del año siguiente, por lo que un error puede ser determinante. Por eso es importante también que esta tarea se confíe a personas capacitadas. Asimismo, agregó que es muy común que se saque la última yema del cargador, cuando en realidad, al retirarla, la fuerza pasa a la que queda en la punta, por lo que se pierde tiempo en una labor innecesaria.

El especialista de Acovi señaló que los productores vitícolas acostumbran colocar guano en el mes de julio, porque disponen del tiempo para realizar la tarea. Pero el problema es que cuando vuelve el agua, después de la corta anual, se suele realizar el lavado del suelo para retirar las sales. Con eso también se lavan los nutrientes del fertilizante, por lo que es mejor colocarlo a mediados o fines de setiembre, que es cuando lo pueden aprovechar las raíces, porque ya están en movimiento.

De todos modos, si bien lo habitual es que no haya agua disponible para el riego superficial entre mayo y julio, este año habrá un turno en mayo y otro en junio, porque el dique Potrerillos está lleno y deben seguir erogando agua. De ahí que lo ideal sería realizar ahora el lavado de suelo –algo que sólo pueden hacer normalmente quienes tienen una perforación- y entonces sí, colocar el guano en julio, asegurándose de que los riegos posteriores no sean demasiado profundos.

Ruggeri manifestó que si bien la situación del productor es muy crítica, es un ahorro mal entendido no fertilizar o no curar, porque las pérdidas que se tienen en el futuro son muy superiores a ese supuesto cuidado del dinero. En cambio, lo que se debe hacer es tener la cantidad de superficie que puede trabajar correctamente. No tiene sentido, indicó, tener 20 hectáreas en producción si sólo se pueden mantener 10, ya que estas producirán plenamente. “Es un pequeño cambio para empezar a ser un empresario agrícola”, planteó.

Fuente: Diario Los Andes – Suplemento Fincas